Una de las figuras que mas contribuyeron al esplendor cultural de París durante las primeras décadas del siglo XX fue el empresario ruso Serge Diaghilev (1872-1929).
En 1909 se trasladó a París y presentó la que sería su primera temporada con una compañía de ballet con primeras figuras del Teatro Imperial Ruso. El éxito fue total.
En 1911 , con objeto de independizarse del Teatro Imperial Ruso del que dependían sus artistas, formó su propia compañía, los Ballets Rusos, que revolucionaron la estética coreográfica e iniciaron la era del ballet moderno.
Con Diaghilev el ballet se convirtió en un espectáculo completo : música, coreografía y escenografía se unían por primera vez.
Contó con un grupo de bailarines excepcionales: Nijinski, Pavlova, Karsavina, Ida Rubinstein, Serge Lifar....
Descubrió a Igor Stravinski, además otros compositores como Debussy, Prokofiev, Ravel o Falla escribieron obras para Diaghilev, y pintores como Picasso o Braque crearon para él escenarios y vestidos.
La compañía creó un gran número de piezas: El pájaro de fuego (1910), Scherezade (1910), Petruskha (1911), El espectro de la rosa (1911), El atardecer de un fauno (1912)... De las aproximadamente sesenta obras creadas, más de un tercio quedó en el repertorio de las grandes compañías mundiales.
Con él, la figura del primer bailarín y el cuerpo de baile cobraron la misma importancia que la primera bailarina. Se convirtieron en elemento esencial en la coreografía.
Aquellos artistas que habían colaborado en la compañía contribuyeron al florecimiento del ballet en Europa y América. Ana Pavlova creó su propia compañía. Fokine trabajó con el futuro American Ballet. Massine colaboró con el Ballet Ruso de Montecarlo, compañía creada tras la muerte de Diaghilev en 1929. M. Rambert y N. de Valois colaboraron en la difusión del ballet en Gran Bretaña. La segunda creó la compañía que llegaría a ser el Royal Ballet. Balanchine fundó el Ballet Clásico de New York City, donde muchos de los bailarines dieron clase.
En 1909 se trasladó a París y presentó la que sería su primera temporada con una compañía de ballet con primeras figuras del Teatro Imperial Ruso. El éxito fue total.
En 1911 , con objeto de independizarse del Teatro Imperial Ruso del que dependían sus artistas, formó su propia compañía, los Ballets Rusos, que revolucionaron la estética coreográfica e iniciaron la era del ballet moderno.
Con Diaghilev el ballet se convirtió en un espectáculo completo : música, coreografía y escenografía se unían por primera vez.
Contó con un grupo de bailarines excepcionales: Nijinski, Pavlova, Karsavina, Ida Rubinstein, Serge Lifar....
Descubrió a Igor Stravinski, además otros compositores como Debussy, Prokofiev, Ravel o Falla escribieron obras para Diaghilev, y pintores como Picasso o Braque crearon para él escenarios y vestidos.
La compañía creó un gran número de piezas: El pájaro de fuego (1910), Scherezade (1910), Petruskha (1911), El espectro de la rosa (1911), El atardecer de un fauno (1912)... De las aproximadamente sesenta obras creadas, más de un tercio quedó en el repertorio de las grandes compañías mundiales.
Con él, la figura del primer bailarín y el cuerpo de baile cobraron la misma importancia que la primera bailarina. Se convirtieron en elemento esencial en la coreografía.
Aquellos artistas que habían colaborado en la compañía contribuyeron al florecimiento del ballet en Europa y América. Ana Pavlova creó su propia compañía. Fokine trabajó con el futuro American Ballet. Massine colaboró con el Ballet Ruso de Montecarlo, compañía creada tras la muerte de Diaghilev en 1929. M. Rambert y N. de Valois colaboraron en la difusión del ballet en Gran Bretaña. La segunda creó la compañía que llegaría a ser el Royal Ballet. Balanchine fundó el Ballet Clásico de New York City, donde muchos de los bailarines dieron clase.